Tener en mis manos un libro del año 1873, sobre geometría y trigonometría, hizo subir mi adrenalina rápidamente. Se pego a mis dedos tan rápido, que ya no lo pude soltar. Al ojearlo mis manos se llenaron de ese polvo caducado que se deshace al tacto con la piel, un papel añejo, oscurecido por los años, grueso al tacto y aspero, pero tan delicado al mismo tiempo, y con ese olor tan peculiar, con una mezcla de humedad y suciedad.
Me traslado a mi infancia, cuando revolvía las cajas llenas que acumulaba mi abuelo de documentos escritos y libros.
Siempre terminaba con las manos sucias y olor a moho.....por un momento retrocedí en el tiempo. Tenia cuatro años. Me vi sentada en el suelo rebuscando entre libros y documentos políticos, sin ningún sentido. ahora quizás se porque rebuscaba. en un momento, recupere una parte de la memoria que había olvidado con el paso de los años y que quizás sin darme cuenta, borre para ir introduciendo acontecimientos mas recientes. Puesto que nuestra memoria se almacena en la cabeza y nunca se borra, simplemente se arrincona para usar lo mas reciente.
Cada vez que ojeo este libro, retrocedo en el tiempo y vuelven a mi todos esos momentos fantásticos de mi niñez.
Sera que me gusta leer??. O que en el fondo, ese horrible olor me sigue transportando?
transportando a esa infancia, infancia feliz que perdi con los años.
Recuperarlo, ahora otra vez, abre muchas de esas puertecitas mentales que sin querer había cerrado, abrirlas años después, hace que me vuelva a enriquecer.